Ante los tiempos que vivimos, de grave deterioro social, nos hemos preguntado acerca de la pervivencia de los ideales zapatistas: justicia, libertad, tierra...
Escuchamos un gran ensayo sobre Zapata y su ideal de justicia, que nos retrató a un hombre que buscó la justicia como el motor de la revolución, reivindicando su movimiento como Revolucionario y no como delincuencial.
Dando un peculiar acento en el ejercicio de sus particulares leyes desde la perspectiva de Género, revelándose un Emiliano con una característica desconocida, avanzada a su época y que el día de hoy seguimos pugnando por que se cumpla: igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
Revolución es cambio y Zapata fue un pionero de éste en la materia, con lo que su estatura como líder se agiganta.
También conocimos el día de hoy una veta poco conocida o totalmente desconocida del movimiento: la singular relación entre los zapatistas y el embajador norteamericano J. Reuben Clark Jr., que aparentemente significaría una contradicción, pero que al revelarse el nexo religioso entre ambos bandos por la religión mormona, toma un cariz sorprendente, pero que a la vez, reivindica la integridad de los zapatistas y ex zapatistas de Tierra Fría ya que respetan, fomentan y fortalecen sus lazos religiosos, pero estos no están jamás por encima de su lucha y los ideales políticos, estableciendo una clara diferencia entre ambas, con una muestra clara de laicismo y congruencia que nos sorprendió conocer.
Hemos escuchamos la lucha histórica de los pueblos surianos, cómo generacionalmente han luchado por las injusticias, contra un gobierno que reprime, miente e invisibiliza, y cómo el mito, la anécdota popular y la esperanza siguen moviendo a nuestros pueblos y cómo nuestros caudillos, cual Cid Campeador, aún muertos siguen ganando batallas.
Ahora trabajamos porque sus ideales nos muevan con mayor empuje a nosotros, no hay mejor manera de rendirle honores a un héroe que siguiendo su ejemplo.
Ya vimos el actual secuestro de los símbolos y de las ideas por parte de los gobiernos para disfrazarlos de historia de bronce y cómo una Reforma Agraria se fue al trasto con los Tratados de Libre Comercio.
Cómo a la Revolución, en tanto búsqueda de justicia, la convirtieron en algo lejano de las y los mexicanos.
Por eso seguimos enarbolamos banderas aunque como hace 100 años nos llamen bandidos, la bandera de justicia nos sigue uniendo de norte a sur, fundiendo ideales.
Y, como hace ya un siglo, decimos ¡Tierra, Libertad, Justicia!, pero ¿éstas consignas son aún vigentes?
Creemos que sí, siguen siendo blasones de lucha frente a estos estados fallidos, estos gobiernos disfuncionales que han pervertido los fundamentos de las revoluciones mexicanas, ideales que siempre hay que perseguir, sin cansancio mientras que, como dijese la Constitución de Aparzingan, la Felicidad así lo requiera.
El sur sigue dando ejemplo de unión y no sólo es Morelos, sino Guerrero también, bastiones de ideas Zapatistas.
Cómo el legado de los fieles a Emiliano, como el caso de Jesús H. Salgado, sigue vivo en cada uno de nosotros, de nosotras.
Cuando el estado se niega a cumplir, entonces obliga a que las y los ciudadanos despojados de justicia se unan para hacer nacer autodefensas en Guerrero y Morelos, no como algo nuevo, sino como un fruto que tiene profundas raíces históricas.
Y allí la importancia de la historia, de conocer quiénes somos, pues si nos negamos el derecho de informarnos, de entender nuestra historia y sus errores, entonces estamos condenados a repetirlos.
De igual forma, basados en la enseñanza de la historia, busquemos trabajar en crear una cultura de paz basados en la educación y el arte, nada mejor para honrar el legado del General Emiliano Zapata.
Se ha mencionado que con el paso de los años se han ido abandonado los ideales zapatistas y paulatinamente hemos adoptado modelos políticos y económicos que le han hecho mucho daño a nuestro país, pero que, irónicamente, entre más se aleja el gobierno, más vigencia tienen entre el pueblo los ideales de Zapata.
Esta modernidad nos ha alejado de la historia, la tradición, el arraigo, el amor a la tierra, pero Zapata vivirá mientras las exigencias del campo y del pueblo no se cumplan a cabalidad, hay que trabajar en ello.
Y también hemos hecho un recorrido de comparaciones históricas, escuchamos cómo el gobierno dice que no podrá gobernar sin el apoyo del capital extranjero y con ello garantizar el progreso del país; cómo los gobiernos han vendido, literalmente, a sus gobernados como esclavos y les han quitado sus tierras para dárselas al extranjero, de tal forma que el 99% de las y los mexicanos no poseen nada; escuchamos de un pueblo mexicano que trabaja con salarios míseros, jornadas de esclavos, sin contratos colectivos de trabajo, sin sindicatos, sin derecho a huelga, sin derecho a reunirse y asociarse, y mucho menos a manifestarse, con políticos que se pueden reelegir, contraviniendo la frase de lucha acuñada por Porfirio Díaz contra Benito Juárez y que después retomó Madero: "Sufragio Efectivo No Reelección"...
Y de pronto ya no sabemos si en este recorrido estamos hablando del gobierno actual o estamos hablando de lo que hizo Porfirio Díaz hace poco más de un siglo y que dio paso al nacimiento del Zapatismo.
Esas raras espirales de la historia...
Y para comprender la vigencia del Zapatismo, hay que entenderlo desde dos posiciones: el Zapatismo histórico, el revolucionario, el agrarista, el que permeó la constitución, el que reivindica una serie de exigencias sociales que se vienen arrastrando desde el virreinato, mismas que, lamentablemente, aún no se llevan a cabo o han sido olvidadas.
Y aunque parezca que ese Zapata ya quedó atrás, que el gobierno se encargó de enterrarlo, da paso al otro Zapatismo a analizar, el de los ideales, el del ejemplo, el símbolo del prócer y su significado antes que lo termine de secuestrar el gobierno para alimentar su historia de bronce, como ha pasado con tantos otros como Morelos, Hidalgo, Guerrero...
Con Zapata hay que luchar por que sus ideales no se perviertan y siga siendo ejemplo de justicia, de inmunidad al poder, de dedicación a su pueblo, de lucha sin resignación.
La vida y obra de Zapata es ejemplar y los ejemplos movilizan.
Este Zapatismo es necesario pues desde sus ejemplos aprendemos, nos organizamos, construimos, nos volvemos autogestivos, crecemos como ciudadanos y ayudamos a construir un país con menores injusticias.
La educación es la llave para este necesario crecimiento.
La verdad nos hará libres.
A 95 años de su cobarde asesinato, Zapata sigue en los campos de los estados de Morelos y Guerrero, pero también en las ciudades, el mar, la montaña y donde haga falta.
Y junto a él, estamos sus incondicionales, los Villa, los Magón, los Serdán, los Ramírez, los de la O, los Salgado, los librepensadores que sin duda estaremos dispuestos a incendiar las viejas estructuras para construir un mundo nuevo, donde tengamos cabida todas y todos, donde podamos vivir dignamente, de pie y donde nunca debamos postrarnos de rodillas.
Muchas gracias por su asistencia.
lunes, 12 de mayo de 2014
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